viernes, 25 de septiembre de 2009

Cuiquitas pero rinconeras 3 (anotaciones osciosas de un despistado en Dublín)


No se porque pero el cansancio se acumula, mi mente aún nublada no atina a mover un ápice alguna parte de mi cuerpo, solo la prisa hace reaccionar a mi cuerpo como en un golpe súbito de adrenalina.

Después de que el efecto pasa mi cuerpo vuelve a su letargo y al igual que el cuerpo la mente se deja caer y llevar por un sueño lleno de edificios viejos de ladrillos y por un río verde que aún no se hasta donde llega.

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Apenas se percibe el balanceo de los pequeños botes sobre las tranquilas aguas irlandesas en la bahía de Howth, el sol de medio día calienta al grado de querer quitarme mi abrigo, pero el viento fresco que cruza la bahía me recuerda las latitudes y altitudes en que me encuentro y si acaso atino a recortarme las mangas en un intento de equilibrar la temperatura de mi cuerpo.

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No es por ser malinchista, pero aunque la escuela se atiborra de mexicanos solo he conseguido hacer amigos brasileiros. Mi inglés sigue igual pero vaya que mi portugués esta mejorando, dos idiomas por el precio de una, the best deal ever….

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Will i play the wild rover no more!!!!, to Arthur!!!, pintas de Guinness, un brindis a las 6 de la tarde, conciertos, música, tabaco y mas pintas vaya manera de festejar el aniversario de la cervecería más importante del mundo……

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domingo, 20 de septiembre de 2009

River of sorrow


A tientas encuentra sus lentes, no después de haber palpado toda una variedad de objetos húmedos y viscosos que sin lugar a dudas lo harían volver el estomago, pero no fue así, lo que si lo hizo vomitar fue el fétido olor a humedad y descomposición. Al reponerse de la sacudida, de las convulsiones del estomago recién vuelto, de los arqueos vertebrales que mas que soportar todo ese movimiento abdominal pareciera que la espina se le quiere salir a uno, como en las pataletas infantiles de esas que hacíamos cuando niños, cuando al tiempo de ver insatisfecho nuestro deseo se desataba el lloriqueo y pataleo, que si bien era con todas las fuerzas no hacia mas que incomodar al nuestros padres que para ese entonces ya nos tenían sometidos rodeados por su brazo, se puso los lentes.

Aun puestos los lentes, no sirvieron para bien; el cristal izquierdo estaba roto y el derecho aun empañado no lograba ver gran cosa, si acaso la noche profunda, esa que ya había visto a lo largo de sus caminatas nocturnas por el río y que en honor de la verdad habría que decirse que no solo la vio, más bien la desnudó y la auscultó como queriendo escuchar su pulso, su latir y así descifrar los profundos secretos que en ella se esconden, como si escondidos tras las estrellas hubiera lugares secretos, idilios de amantes prohibidos, o cuado menos algún ladrón de ilusiones, de sueños, o al señor farolero que como le habían contado de niño, iba apagando una por una la incandescencia de la bóveda celeste.

Según lo que pudo ver, cuando su lente se desempaño, fue que la noche en total había cambiado, ya fuese por algún farolero de extrema eficiencia o por (como el sospechaba) algún ladronzuelo de destellos y luces, la noche estrellada que iluminaba naturalmente los húmedos empedrados esa noche se había tornado en un profundo azul negrusco apenas alcanzada por alguna estrella lejana, esa que en su propia lejanía encontró la salvaguarda, pero que pesar de su inusitado protagonismo no alcanzaba mas que a esbozar débiles trazos de luminosidad sobre la obscuridad de la avanzada noche.

Trató de incorporarse rápido, invadido por la incertidumbre quiso ponerse en una posición que le permitiera defenderse, como una reacción hacía el evidente peligro que la incertidumbre de no saber donde ni como estaba le sugería y de las heladas oleadas del Liffey que como llamándolo y jalándole a su lecho solo lograba empaparle su costado izquierdo.

Pero el simple y llano instinto de supervivencia no le fue suficiente, además del intenso dolor que sintió al instante, la inmovilidad que le cobijaba las piernas, el aturdimiento en su cabeza y el entumecimiento de sus labios que ni siquiera intentaron moverse en algún pedimento de auxilio o algún alarido causado por el súbito golpe de dolor, el hilo de sangre que le corría por la cara le planteaba una situación más difícil que las acostumbradas resacas de sus tradicionales travesías de puños, pintas y tabaco.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Chiquitas pero rinconeras 2 (Anotaciones osciosas de un despistado en Dublin)

Torre de babel

Una chica española tratando de hablar ingles con un mexicano, un mexicano hablándole en español a un francés, todos ellos listos para compartir una tarde o dos con alguna finlandesa de ojos hermosos, con una inglesa de sonrisa radiante, y dos locos ingleses que los levan a tomar la cerveza mas cara de su vida.

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Viendo los ojos hermosos de la chica en cuestión el desearía que su inglés mexicano fuera suficiente para tener una encantadora charla, o al menos desearía poder hablar el inglés finlandés, pero no puede así que se conforma con escuchar una charla en inglés inglés y en inglés francés….

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Un marroquí, en un español muy de España da direcciones y dice:
Coges….. (ni un cafecito, pienso)…. El Dart(tren) hacia la estación Connolly Station y the bajas en Howth.
O vaya pues gracias……..

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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Chiquitas pero rinconeras 1 (Anotaciones osciosas de un despistado en Dublin)


La partida

Las nuevas noches, han llegado, hay cierta carga en el aire que me hace recordar las noches que han pasado, la emoción y ajetreo de los últimos días ha acabado, aunque dejaron cierta resaca emocional que cuesta trabajo digerir, así indigestado de sentimiento, parto sin esperar nada y esperando mucho a la vez, las palabras apenas se forma y empiezan a dar frases con cierto sentido.

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Estaba en aparente tranquilidad y de repente otro vuelco al corazón, las lagrimas que vi me apretaron el corazón y a la vez las dudas absurdas aparecieron, al parecer mis raíces estaban enterradas mas profundas de lo que pensaba, de nuevo el corazón se retuerce, como queriendo se salir, y mis tripas se mueven como queriéndose acomodar.

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Otra vez las prisas, corriendo de una terminal a otra para alcanzar el vuelo, no me perdí me perdieron, me dieron mal algunos datos. El aeropuerto de Heatrow es un mounstro de dimensiones bíblicas, pero un mounstro bien señalizado.

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Soy un idiota, mi ignorancia en estas cuestiones de los vuelos me hicieron comprar la cerveza mas cara de mi vida. Por otro lado la cerveza estuvo buenísima, la azafata que me la sirvió también y sobre la ventanilla solo se ve el reflejo del sol de Londres sobre las nubes de algodón.

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Le temo al frío que se avecina, no al del clima irlandés que por ahora se mantiene templado y hasta cierto punto agradable, el frío al que le temo es al que inundará mi corazón por los próximos meses de una soledad a la que no estoy acostumbrado, ya siento como se enfría y el extrañar se volverá inevitable.

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