La partida
Las nuevas noches, han llegado, hay cierta carga en el aire que me hace recordar las noches que han pasado, la emoción y ajetreo de los últimos días ha acabado, aunque dejaron cierta resaca emocional que cuesta trabajo digerir, así indigestado de sentimiento, parto sin esperar nada y esperando mucho a la vez, las palabras apenas se forma y empiezan a dar frases con cierto sentido.
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Estaba en aparente tranquilidad y de repente otro vuelco al corazón, las lagrimas que vi me apretaron el corazón y a la vez las dudas absurdas aparecieron, al parecer mis raíces estaban enterradas mas profundas de lo que pensaba, de nuevo el corazón se retuerce, como queriendo se salir, y mis tripas se mueven como queriéndose acomodar.
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Otra vez las prisas, corriendo de una terminal a otra para alcanzar el vuelo, no me perdí me perdieron, me dieron mal algunos datos. El aeropuerto de Heatrow es un mounstro de dimensiones bíblicas, pero un mounstro bien señalizado.
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Soy un idiota, mi ignorancia en estas cuestiones de los vuelos me hicieron comprar la cerveza mas cara de mi vida. Por otro lado la cerveza estuvo buenísima, la azafata que me la sirvió también y sobre la ventanilla solo se ve el reflejo del sol de Londres sobre las nubes de algodón.
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Le temo al frío que se avecina, no al del clima irlandés que por ahora se mantiene templado y hasta cierto punto agradable, el frío al que le temo es al que inundará mi corazón por los próximos meses de una soledad a la que no estoy acostumbrado, ya siento como se enfría y el extrañar se volverá inevitable.
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