
No debí de haberla llevado ahí, el lugar para empezar estaba abarrotado además pareciera que una bruma de tristeza flotaba por el suelo del lugar y daba un olor a agonía mezclada con estiércol, creo que el único en notarlo fui yo, y ella claro, lo noté en su mirada que decía "que hacemos aquí", como dije no debí de haberla llevado ahí aunque los demás parecieran disfrutarlo, más los niños, que pasaban por alto el como los animales se encontraban agazapados en sus pequeñísimas jaulas, el como al halcón le faltaba una garra, como un caballo tenia uno de sus ojos opaco, como cubierto con una fina película blanquecina y que típicamente son saltones y brillosos.
Al salir, de los angostos corredores recubiertos de papel estraza pegado con cinta canela en un mal logrado intento de imitar rocas formando una gruta, seguimos recorriendo los demás lugares de “atracción” en silencio, creo que en realidad nunca hablamos.
A pesar del mal comienzo seguimos saliendo aunque ahora ignoré las recomendaciones de salidas e hice confianza en mis pobres instintos. Y relativamente funcionó, ella con el tiempo pareció mas entusiasta y yo, yo también en cierto punto, es decir, las bromas eran correspondidas y las caricias también pero para salvaguardar una de mis pocas virtudes debo de admitir que permanecía dubitativo ante la posibilidad de abrirme y sacrificar mi individualidad.
Nunca hablamos al respecto, como dije creo que en realidad nunca hablamos en serio, acaso divagamos sobre muchas cosas, música, libros, cosas, pero nunca en lo sustancial, en esas cosas que parecen insignificantes pero que hablar sobre estas implica una intimidad mutua; complicidad de cama.
Nunca tuvimos una canción, una de esas que al empezar la tonada los dos tarareáramos al unísono, de esas cosas que al hacerlas sabes de inmediato que hay un vínculo, un lazo que implica una suerte de reglas no escritas por las que nos dejamos guiar.
Diría que evadimos el asunto pero lo que fue cierto es que yo lo evadí, ella intento, ella dio ese paso para acercarse a mi y yo solo retrocedí, diría también que fui yo, que mis dudas y mis convicciones me obligaban a alejarme o que simplemente fui un patán y me aproveche de su inocencia, pero estaría mintiendo, en realidad ella no quería intentarlo, solo se dejaba llevar por lo que lo ordinario, lo normal dictaban, quería dar ese paso por que era lo que comúnmente seguía.
Después de esa charla “no charla”, porque como dije en realidad nunca hablamos de verdad, no la volví a ver, se sintió herida y se alejo, yo me sentí querido y me aleje.
Sentirse querido y no querer serlo. Definitivamente se sufre porque así se quiere. Ahora sin querer me quieren y sin querer me ha gustado, mis habilidades evasivas parecieran haber mejorado astronómicamente, ahora que dan un paso hacia mi y yo retrocedo miles de kilómetros………….
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