jueves, 21 de enero de 2010

Las batallas


“Oye Carlos, porque tuviste, que decirle que le amabas a Mariana.”

Rings your bell??

La famosa canción de Café tacvba: Las batallas (Con el titulo de “oye Carlos” para algunas descargas de mp3), se inspira precisamente en el libro de José Emilio Pacheco llamado “Las Batallas en el desierto” libro que además de hacer un retrato de la Ciudad de México en aquellos distantes años 50, relata la historia del amor mas puro el cual por inusual, es visto como una abominación.

Carlos conoce a la mamá de su mejor amigo, Mariana. Como lo cuenta él, a pesar de saber la imposibilidad de su amor, sede ante la necesidad de confesar su amor aun yendo en contra de todo lo racional. Claro, como era de esperarse, su acto de valentía y honestidad desata toda una serie de reacciones en contra de su enamoramiento. Carlos nunca entendió por que la gente desaprobaba el más honesto e inocente de los amores.

Por otro lado tenemos a Oliveira, personaje de la novela de Cortazar: Rayuela, quien en protesta a las convenciones sociales escoge la renuncia en lugar de la acción, librándose de ese “orden fariseo”, sumergiéndose en una “fiaca sistemática”, es decir escoge no pelear ninguna batalla, dejándose llevar por La Maga hasta cierto punto.

Ajustando el triunvirato están todos aquellos que (sin hacer juicio de ello) pelean las batallas que pueden ganar (o al menos lo creen) acumulando con el tiempo triunfos, justos todos ellos. Si bien a veces pierden, siempre queda en el paladar algo del sabor de las victorias pasadas y a su vez se apuntala esa habilidad de seleccionar las batallas a pelear.

Por supuesto, todos estos son ejemplos extremos, y es posible maniobrar por todos estos campos de batalla. Todos tenemos nuestras batallas perdidas de antemano, todos hemos escogido nuestras batallas ganadas y a la vez hemos renunciado a pelear en mas de una ocasión.

A que viene toda esta perorata? En realidad no lo se del todo, por un lado pienso en las batallas que he ganado, pienso que fueron bien escogidas. Me vienen a la mente también infinidad de batallas a las que he renunciado. Pero a la hora de estudiar esas batallas perdidas de antemano solo puedo pensar hacia delante.

No recuerdo alguna batalla de antemano perdida, al parecer solo he renunciado a pelear. He dejado las victorias para el comienzo y dejado para el final, con broche de oro, la escalada. Como yendo colina arriba después de una suave pendiente en bajada, como una campana gaussiana invertida. Se acercan tiempos de perder (¿o triunfos memorables posiblemente?) es decir, pelear a sabiendas de la inminente derrota, me veo en el futuro peleando en desventaja, y en su mayoría contra molinos de viento producto de mi obstinación y obsesión por ciertas cosas y personas.

O talvez…

Talvez solo soy un pesimista empedernido.

No hay comentarios: